Caigo otra vez,
inevitablemente,
por laberintos de sombras
y hundo la cabeza
en esta especie de miel
que me empalaga,
y  me ahoga.

Desciendo celda
a celda
por un panel interminable
y redondo,
donde no existen caminos
ni sendas
ni senderos siquiera.

Sólo los abejorros.

En realidad,
no veo a los abejorros,
apenas veo
el culo
de lo que supongo
abejorros
y que hunden sus cabezas
en cada sórdida celda
que habitan
zumbando a buen ritmo
una canción:
interminable
monótona
aterradora.

Fuente de la imagen

Confusas letanías
de soledades y muerte
me dejan sin aliento
aterrado
y entonces;
pretendo escapar y mis alas
¿mis alas?
se mueven furiosas
sobre los costados
de mi vencido cuerpo
y ese sonido zumbón
que surge de ellas
me suma al coro
y a esa canción:

interminable

monótona

aterradora.

*** Daniel Omar Granda ***

2 comentario sobre «LOS ABEJORROS (223)»

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