El otoño de la vida es un misterio.
¿Será el final de todo?
Ya está lo que se daba, se terminó señor:
C’est fini, it’s over, è finita, auf wiedersehen, no va más… se acabó.

¿Será como dicen? La cruda antesala del último invierno.
Esperamos que suceda lo inesperado,
lo inaudito, algo insólito, algo loco, algo…
En un intento desesperado por aferrarnos a lo vivo,
sin un por qué manifiesto,
aparece una pequeña luz, un atajo atrevido
un nuevo horizonte en nuestro deshojado otoño.

Entonces nos preguntamos:
¿Cuántas primaveras caben en una vida?
¿Alguien lo sabe? ¿Quién se atreve a saberlo?
Y es en esa encrucijada fatal,
en ese atajo de primavera inaugural,
cuando aparece alguien y nos hace soñar
con una nueva oportunidad de amar,
quizá la última,
pero no por eso menos valedera.

Fuente de la imagen

A lo largo de mi vida,
cuántas veces me visitó la Parca para decirme:
-Ya está señor, esto fue todo
-Y sobre el final, va y se arrepiente
dejándome jugar el tiempo del descuento.

El único conjuro que me rescata de esos miedos,
es saber que mis manos no conocen el tiempo,
recorren tu cuerpo codiciosamente,
golosamente,
mis besos te cubren de nuevas ternuras,
desconocidas hasta entonces,
distintas,
mi lengua que te busca y te estremece hasta la locura,
nos lleva al paroxismo de volver a amar,
a recorrer tus cavernas,
tu cintura infinita,
navegar por tus miedos y tus dudas,
renacer una y mil veces
con cada petite mort
hasta agotarnos en lo profundo de la noche.
Entonces y por eso señor:
Mañana, tal vez mañana…

*** Daniel Omar Granda ***

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