Hace un tiempo largo fui al cine y me encontré con Carlos, un amigo de años. Nos vimos un peliculón de esos que hacía tiempo  no veíamos. Lo que más me impactó a mí, fueron los efectos especiales con los que se produjeron algunos de los pasajes más memorables. Digna  película para pochoclos, como en los viejos tiempos. Realmente siempre creímos estar solos en el Universo y si lo que el autor del film pensó como posible, fuese cierto, comparto con él el slogan de la película de que ahora desearíamos estar solos. Ya sobre el principio, uno se atornilla a la butaca. Una enorme nave espacial (dos tercios el volumen de la luna), ingresa en  nuestra atmósfera, dividiéndose en enormes porciones metálicas que se suspenden sobre las más importantes ciudades del mundo. Está muy bien tramada, porque inicialmente es un enigma saber cuáles son las intenciones que traen los visitantes. Tanto es así, que el presidente de los EEUU piensa que los mueve el interés científico y no actitudes bélicas, e intenta entonces, una serie de acercamientos de aproximación pacífica que son frustrados rápidamente.

El muchachito (infaltable, por cierto en una de cowboys) no es el personaje más importante, pero descubre por ser asiduo jugador de ajedrez, que las intenciones son  -Non Santas-  y decide advertirle al presidente de los EEUU. Una serie de vicisitudes previas, retrasan esta posibilidad, hasta que logra acceder a él por su ex-esposa, que dicho sea de paso, “casualmente” es la secretaria eficiente del primer mandatario norteamericano, con las típicas actitudes persuasivas que tiene Donald Trump, hacia los latinoamericanos que ingresan indocumentados.

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Al tomar conciencia de las verdaderas intenciones de los extraterrestres, se intenta por todos los medios bélicos, disuadir la posible invasión a la tierra. Hasta que se agota el tiempo. La misma se desata y es la parte más espectacular de la película por sus efectos especiales. Cuando se abre la nave sobre la Casa Blanca y lun halo de luz verde resuena al tiempo que los edificios estallan, los coches vuelan y una inmensa onda de fuego y escombros avanza por las calles.  El pánico es total. La gente huye sin sentido y sin posibilidad de salvación.

La evacuación de la Casa Blanca se produce sobre los instantes finales en  los que se desata el ataque. El avión presidencial (con el muchachito incluido) despega justo a tiempo, antes de ser alcanzado por una increíble onda expansiva y de fuego, que resulta espeluznante. A pesar de todo, el presidente de los EEUU se salva y coordina el ataque de las fuerzas del mundo contra los invasores.

Hay momentos en la trama, de un hondo dramatismo. Otro de los protagonistas, es un piloto de guerra negro, que logra derrotar un ovni y traer al extraterrestre capturado a las trompadas a su base. Lo cierto es que la contraofensiva se prepara a partir de un descubrimiento casual. La posibilidad de meterles un virus en su sistema de computación; permitiendo que se vulnere su blindaje que consiste en una suerte de escudo electromagnético, que no permite el ingreso de balas, misiles o lo que fuere que los terráqueos les dispararan, pudiendo entonces ser atacados en forma simultánea; en todos los frentes del mundo que se lucha contra los extraterrestres.

Dicha coordinación se logra comunicándose (para no ser descubiertos) reflotando el viejo sistema morse y por la actitud de toda la humanidad que se une frente a un enemigo común. Es admirable ver entonces, aviadores israelíes junto a los árabes y luchando por un objetivo único. Lo más conmovedor, es ver al presidente de los EEUU piloteando un avión de guerra y arengando a sus tropas. Entre otros conceptos, afirma que a partir de este hecho inaudito, el 4 de julio pasaría a ser el día de la independencia del mundo entero y no sólo de su país. Obviamente es una vieja aspiración imperialista que no dejan de mostrarle al mundo entero de forma permanente.

Finalmente, los invasores son vencidos en todos los frentes y como corresponde a  una película de este tipo, todo concluye con un final feliz. Con Juan analizamos estas últimas escenas, mientras nos instalábamos cómodamente en una pizzería, que es el lugar ideal para comentar un buen film y discutir acerca de su contenido y la difusión inequívoca de querer expandir el imperio en pleno siglo XXI.  Una típica película de cowboys, sin pistolas al cinto, pero con el sheriff que comanda a las fuerzas internacionales y logra el imperio de la ley (la de ellos, por supuesto).

*** Daniel Omar Granda ***

Un comentario sobre «EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA: UNA DE COWBOYS (244)»

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