Pasamos los años creyendo que se trataba de un mal sueño y que nuestros lamentos nos abrirían las mismísimas puertas del cielo. Dicen que nada queda en el recuerdo que alimente hoy nuestros miedos. En este infierno, lo que siempre sobra, es silencio…

Renacieron de sus cenizas viejas glorias que lucharon en sus días. Anhelábamos reflotar nuestras vidas construyendo nuevamente sobre un suelo en ruinas. Dicen que nada queda en nuestros recuerdos salvo vagos sentimientos. En este infierno, lo que siempre sobra, es silencio…

Fui voz libertaria que retumbaba en la batalla. Acabé siendo una rosa marchita secada sobre el papel.

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Un alma bondadosa, luchadora y madre; y, ante todo, mujer. Queríamos ver un nuevo mañana mientras las cruces crecían en el jardín. Era luchadora y madre pero, ante todo, mujer. Una mujer del 36.

El miedo avanzaba y, a cada paso, eran más los caídos. Buscábamos esperanza entre restos de escombros, sueños rotos y heridos. Dicen que nada queda en el recuerdo, ni llantos ni lamentos. En ese infierno, lo que siempre sobraba, era silencio…

Fuimos voces libertarias que brotaban en el fragor de la batalla. Fuimos rosas marchitas secadas sobre el papel. Almas bondadosas, luchadoras y madres; y, ante todo, mujeres.

Queríamos ver un nuevo amanecer, mientras las cruces crecían en el jardín. Éramos luchadoras y madres pero, ante todo, mujeres. Mujeres del 36.

Jezabel ✻ 🂽

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Por Jezabel

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