Te escondes, niño.
Raro, temeroso y solo
en la solemnidad del silencio,
en cada oportunidad de invisibilidad.
Debajo de la cama,
tras las cortinas,
en esquinas oscuras
o en la sombra del adulto
-que es lo mismo-.
En lo turbio como la incertidumbre.
Te escondes, como la amabilidad de Ares,
como Hera llorando las traiciones,
como la indescriptible vergüenza de Adán.
Gato herido, te escondes.
El instinto te obliga
permaneces quieto y callado
como una fotografía.
Sé de ti.
Los latidos te exponen.
Estás ahí,
te conozco de siempre.
Estás aquí,
como un espejo frente a mí,
atravesando mi cuerpo y reflejando el espacio.
*# Carlos Arturo / Caco #*