Tuve un sueño: era parte del viento y arrastraba conmigo
tibias nubes negras que anidaban enredadas en mi cabeza.
Tuve un sueño: vivía hasta el último aliento y cesaba mi dolor,
acompañado hasta el final esperando a que pasase el temporal.
Tuve un sueño y, veía desde mi cielo, como sendos faros de un coche,
sus ojos, como cada noche, me buscaban inquietos sin cesar.
Tuve un sueño y moría en silencio, mientras las horas colgaban del techo,
los sueños daban comienzo, yo abría mis alas y ella echaba a volar.
Tuve un sueño y viejos sentimientos, cuando al desojarse las mañanas,
las tímidas luces del alba aún seguían temiendo a la oscuridad.
Tuve un sueño y un único anhelo,
que esas flores secas sobre papel,
perfumadas siempre de mujer,
caducasen con el frío de la realidad.
Tuve un sueño: vivía sin miedo
entre mil abrazos y mil caricias.
Entre besos, una sonrisa,
y algo por lo que no pudiese despertar.
Tuve un sueño y moría en silencio, mientras las horas colgaban del techo,
los sueños daban comienzo, yo abría mis alas y ella echaba a volar.
Tuve un sueño y viejos sentimientos, cuando al desojarse las mañanas,
las tímidas luces del alba aún seguían temiendo a la oscuridad.
Tuve…
Tuve un sueño…
Tuve un sueño y no estabas tú…
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*La última noche jamás se olvida. Los últimos sueños nunca llegan a cumplirse porque no han llegado a formarse del todo.
