Ángel azul de la noche,
que habitas las entrañas
de este misterioso buenos aires.
Equilibrista atrevido,
de gastadas cornisas interiores
te asomaste, sin quererlo,
por la esquina rota
de mi alma y mi naufragio.
Con tu mágico aleteo
vienes hoy,
un martes de lluvia,
a despertar en mis ojos
las ternuras nuevas
los asombros viejos.
Te advierto, Ángel,
ten cuidado:
La vela está deshecha
de vientos y huracanes.
Como la espuma del mar
mi velero va al garete,
soñando con tibias playas
donde sentirse guijarro
gastado de pleamares,
o con las gruesas arenas
de conchillas y de algas
queriendo encallar en ellas,
y arrojar al fin, el ancla,
hundiéndose en tu continente
existiéndote con rabia.
DANIEL OMAR GRANDA