Quizás, con el primero,
inaugure en la fecha
los versos del exilio.
Versos que contienen
soledades absurdas
que duelen, sobre todo,
por el mismo silencio
del mendrugo sin ganas,
sin sal,
ni levadura siquiera.
Agrio y amargo
como el recuerdo.
Que digan, también,
de la tristeza
de esa sombra ausente
que ni el silencio toca.
¿Navegará por sueños
pletóricos de cambios?
o caminará, simplemente,
los rumbos de algunas certidumbres.
¿Quizás descansa del tiempo,
o del desengaño?
Tal vez, todo eso haga,
y mucho más.
Todo,
pero tengo la certeza
que lejos de mi boca.
DANIEL OMAR GRANDA