Daniel Granda 26/12/2020

Con esta escafandra de alondras juego a voltearme una y otra vez dentro del vientre de mamá. De puro glotón insatisfecho me succiono el pulgar, mientras ella me arrulla a golpecitos en su panza.
¿Cómo seré mañana? Salto de la inmediatez del ego a la noción de ser. Soy todo y nada soy aún. No puedo ver la rosa, pero sé de ella. Es lo que importa. Ancho y diminuto como el mundo soy su historia, su presente, su porvenir. Sé tantas cosas que debo comprobar, vivir, experimentar, gozar, sufrir, sentir, hallar, descubrir, perder y olvidar. Por ahora, simplemente, viajo en sus entrañas.
Me aburro y de una patada de rana giro sobre mi cabeza buscando una posición más cómoda. Papá ríe satisfecho y sueña con el pequeño jugador de fútbol dormido en su regazo. Mamá me acaricia suavemente y una leve presión me reubica. Su silencio me dormita. El fluido sanguíneo ahora es lento, monótono, pausado. Dormimos los tres el sueño del amor.

Fuente de la imagen

Algo me estremece. Ella está asustada, yo también. Cae y una horrible presión me obliga a cambiar la posición. Tiembla. ¿Habrá llegado el momento de nacer? Sé que no. ¡No! ¡Mamá, por favor esperá, que aún no estoy listo! Me ahogo. Esa cosquilla es infernal. ¡Detente!…
Así está mejor. Se serena. Sus pulmones gimen oxígeno. Me quedo quieto y busco el pulgar. ¡Otra vez! ¡Me empujan! Las paredes se cierran y me empujan. El colchón se desinfla y desaparece. Caigo sobre tu costado sanguinolento y mis alondras me abandonan. ¿Por qué me rechazás? ¡Mamá! ¡No quiero abandonarte! ¡No estoy listo todavía! ¡No me obligues! ¡No!…

DANIEL OMAR GRANDA

Continuará…
El próximo Lunes 8 de Febrero, un nuevo relato.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social media & sharing icons powered by UltimatelySocial
RSS721
Facebook1k