Turbias aguas se avecinan hacia Estigia
y nosotros en la barca de Caronte.
Atravesamos las puertas del Hades, para llegar al Leteo
creyendo obtener el poder de olvidar lo pasado,
soñando alcanzar la eterna juventud
perdida en los ríos del Averno.
Ta, te, ti, suerte para ti
la Parca sonríe mientras selecciona
a su antojo, quién se lleva en este viaje.
Los pobres huesos húmeros de Vallejos.
El poco tiempo que te dieron y no lo aprovechaste
te convierten en candidato,
navegando las aguas turbias,
al infinito desconocido,
bueno o malo, ya no importa.
Entonces la Muerte se pregunta:
¿Qué hay de bueno en ti, que valga la pena,
esperar otro viaje?
El terror avanza día a día…
¿Será mañana la fiebre,
de esta epidemia absurda,
el fallo respiratorio,
la entubación y la muerte?
Tal vez tengas el tiempo de acomodar tus escritos.
Y que otros sepan que habitaste la tierra,
sembrando y viviendo con la V grande,
aunque pagaras el precio que te cobró la historia.
Tal vez te recuerden por lo bueno que hiciste,
o por aquello que no supiste dar.
Sos muchas cosas,
y no sos nada: solo contradicción
y quizás, (solo quizás), esto sea lo que llaman vida.
¿Será eso la vida? No lo sé.
Mis únicas certezas son las hijas
y los hijos de mis hijas…
¿Eso justifica tu existencia?
Tampoco lo sé.
*** Daniel Omar Granda ***