Llevo días sin salir de casa. El tono del perro de enfrente lo sé de memoria. Sé a qué hora un gato desplaza por encima del techo su enorme cola. Los lunes, el viento no sopla. Los martes ataca y grita. Hay fuga en la ducha y una gota se suicida en caída libre.

La telenovela de Trece termina a las siete. Benditos aplausos a nuestros héroes. A las diez, ceno. Veinte minutos después me lavo los dientes, no sin antes decirme: otro día menos, Jorgín. Ahora recuerdo cuando me decían: tienes que cambiar. Y alguien, ahora me dice, eres perfecto así.

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Cada noche a las once alguien del barrio reza. Alguien toma café. El aroma llega desde su mesa. Estamos en cuarentena percibiendo mínimos detalles y es aquí donde nos damos cuenta de lo silenciosas que están las calles.

Seguiré oyendo los sonido. Adaptación y rutina, mientras pasa lo del virus. Cuidaros gente, manteneros unidos en fe, desarrollar vuestros sentidos. Ah, se me olvidaba, todos los días, a todas horas, pienso en ti. Eres lo más bonito que aún no me ha pasado. Gracias por vivir en mis letras.

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