Arrastrado por una fría ráfaga de viento y, cuando me di cuenta, te habías ido. Mi pecho, lentamente, se fue estremeciendo y, del continuo dolor, surgió mi grito. Se cerraba el año con suaves gotas de silencio y, cuando me di cuenta, te había perdido.
Luego mi mente se quedó en blanco y de una pregunta surgió mi lamento. ¿Porqué ocurre ésto? Te extraño, te recuerdo, te necesito sin remedio. Pero, antes, dime una cosa: ¿porqué ocurre ésto? Ley de vida para el soñador y anhelo para el perdedor. Lo hago por ti y para ti, porque nunca te olvidaré.
Así es como el recuerdo se hace sufrimiento. Ahora escribo mis llantos partiendo de mis anhelos. Recuerdos que alimentan nuestras tristezas bien guardadas y preguntas sin apenas respuestas que se encierran en consejos olvidados.
Sonará duro, sonará franco, pero es lo que se siente cuando muere una persona a la que quieres.
Luego mi mente se quedó en blanco y de una pregunta surgió mi lamento. ¿Porqué ocurre ésto? Te extraño, te recuerdo, te necesito sin remedio. Pero, antes, dime una cosa: ¿porqué ocurre ésto? Ley de vida para el soñador y anhelo para el perdedor. Lo hago por ti y para ti, porque nunca podré olvidarte.
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