Celos. Palabra maldita que muchas veces infunde malos hábitos. Causa infundada que a veces no tiene pies ni cabeza. Palabra, sólo palabra, que acaba siendo falta de respeto si no hay motivo aparente.
Cuántas veces me preguntaron si era celoso y cuántas veces, mi respuesta, fue: ¡!!No!!! Quizá sea ésta una oportunidad para saber a ciencia cierta cómo es por dentro eso de los celos. Nunca pensé, si he de ser sincero, que sentiría lo que hoy siento. Celos. Mal momento para empezar.
No han sido muchas mis aventuras amorosas, pero nunca he sentido tal sensación. Inquietante y preocupante a la par. Noto ese cosquilleo impalpable, esa agonía insaciable que me ronda la cabeza. Ese mal pensar que agoniza sin poder salir de mi pensamiento.
Nunca he tenido motivos para tal causa, pues puede ser que la causa no lo justificase. Risas fáciles y burlonas, se hacían acopio de mí, cuando en tiempos pasados florecían falsas experiencias sobre eso a lo que otros llaman, celos.
Puede que esto suene a “palabras que lleva el viento”, pero es parte de una experiencia única que jamás había experimentado. Se ha cruzado en mi camino sin saber de dónde ha salido. Lleva en mi desde que mi memoria empieza a recordarla. Sin saber de dónde salió, apareció en ese cruce, esa encrucijada de caminos, entre la desilusión, la arrogancia, la falsedad y la humillación. Un intento en vano de continuar siendo lo que soy y poco a poco va quedando de mi. Nunca pensé en cambiar por nadie, ni que nadie me haga cambiar, porque lo que soy sigue siendo mi buque insignia. Guste a quien guste y joda a quien joda.
Mecido por el suave viento, su pelo de toques azulados, vino a mi memoria. Esa chica ¿argentina?. De dónde habré sacado tal estupidez. La verdad es que nunca me paré a ver su nacionalidad, pero por sus simples apellidos, me dio por pensar lo que siempre resulta ser lo menos probable.
Ha sido como una bocanada de aire fresco su llegada. Últimamente hasta me costaba respirar. La presión en mi pecho cada vez era más dura y mis fuerzas escaseaban. Ha sido como admirar de nuevo la luz del sol, su vitalidad y su fuerza, su calor. Ha llenado de esperanza mi nueva vida y me ha alegrado mi regreso.
Llévame junto a ti hasta el final de nuestros días, déjame cuidar de ti, aquí y en la otra vida, quererte y amarte. Sonreírte como sólo yo sé…
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