Soy el dolor que infunde el miedo.
La tenue luz de este silencio
me quema por dentro.
Solo a mi Dios guardo respeto
mientras en vida soy algo incierto.
He muerto por ellos… y por ti.
Soy más audaz de lo que pensabas
con el extenuante batir de mis viejas alas.
Cansadas, exánimes, apagadas…
Solo mi voz arrulla al viento.
Cada palabra se hace aliento
y caigo de nuevo… en fin.
Soy montaña de un grano de arena.
Mi piel, reseca.
Mi alma, en pena.
Bendita condena, ya ves.
Solo miradas que partan el alma,
con las primeras luces del alba,
se harán amargas.
Seré la piedra que forje el destino.
El que aniquile al ángel caído.
Destruiré su nido… y su fe.
Solo el aprecio de hacer el camino.
Leyenda errante del mundo, seguiré vivo.
Deseo cumplido, mi amigo.
Seré la ceguera de tus ojos tristes.
La llama eterna que no te olvide.
¿Muere o vive?. Vive…
Seré la sed que sacie mi cuerpo,
que se alimente de este miedo
que aún me sigue quemando…
Tan adentro…
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*A la memoria de Jonathan Rosado Rancaño, incansable luchador abatido por la leucemia.
Soy el dolor que infunde el miedo.
La tenue luz de este silencio
me quema por dentro.[…]
Me encantan estos versos: la luz silenciosa que quema por dentro… Muy bien logrado Miguel