Te vas tan pronto que apenas dejas que cierre los ojos.
La suerte ahora me da la espalda sentada en un rincón.
Por si no salen bien las cosas…
Hay quietud en horas bajas, palabras penetrantes,
llanto que ahoga, miradas, simplemente miradas.
Se cuentan muchas historias, relatos de vida y muerte,
que diría el poeta gallego.
Dicen que esté atento que todo esto no es el final.
Que la tierra me sea leve.
Tras este silencio, no hay nada después de la nada.
Busco inquieto un lugar donde descanse en paz.
Un lugar donde mis pasos se detengan
y deje una sonora huella en la historia.
Conversan, angustia y ansiedad,
sobre algo que no alcanzo a entender.
Ven, acércate a mi.
Rodéame con tus brazos.
Acúname entre palabras que murmuren silencio.
Ven, muerte, ven.
Contigo soy como realmente quiero ser.
Traficante de oportunidades perdidas.
Alquimista de viejos sueños rotos.
Comerciante de ruina y depresión.
Pienso, no decido tan rápido.
Hay vida más allá de esta vida.
Tras esta puerta hay más puertas que se me cierran.
Soy fuerte para que nadie consiga derrotarme,
noble, para que nadie consiga humillarme,
humilde, para que no logren ofenderme y,
sigo siendo el mismo, para que nadie me olvide.
De nada ayuda el tener las llaves si las puertas no se abren.
Cierro los ojos y respiro hondo.
Los abro de nuevo y contemplo lo que mi mente ha creado.
Esto no es un juego. ¡Qué va!
Soy el único que participa y el mismo que arriesga
todo al final de la partida.
Le planto cara a la muerte que aún me queda
mucho por vivir.
ICARO