Miguel Hernández falleció en 1942,
cuando tenía 31 años,
en una cárcel fascista,
de tuberculosis.
Murió como un perro con rabia,
abandonado y enfermo.
Federico García Lorca
y Miguel Hernández
son dos poetas que a nosotros
nos daría vergüenza mencionar
en el extranjero por cómo fueron asesinados,
con total impunidad,
por aquellos que hoy en día
se llenarían la boca
con «la marca España».
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Hoy, más de un libro de texto,
engaña a nuestros jóvenes diciendo
que «Lorca murió durante la guerra».
No, señores, a Lorca lo fusilaron al alba.
Murió asesinado.
A Hernández lo mataron indirectamente.
Tras el final de la contienda,
el alicantino intentó exiliarse,
pero lo interceptaron los fascistas portugueses.
Deportado a España,
ingresó en prisión,
donde enfermaría hasta apagarse
en plena juventud.
Su delito fue cantarle a la libertad
en medio de la noche franquista.
Aquí, el poeta de brazos cruzados
y negra chaqueta.
*ICARO©