Generación del '77. Nacido en Reggio Emilia y criado en Asturias. Enamorado de la música, de mi mujer, Elena y de mi niña, Gaia. Apasionado del cine de terror, la ciencia ficción, la montaña, la fotografía y la comedia. Letrista de grupos pop, rock y metal desde Octubre de 1999. Suelo vestir de negro y moriré rojo.
La gesta del marrano es una novela basada en hechos históricos rigurosamente documentados, que narra la saga de la familia Maldonado da Silva y sus peripecias en el Nuevo Mundo. Francisco Maldonado da Silva, cuya heroica aventura existencial novelan estas páginas, nace en Tucumán en 1592, estudia en Córdoba, se gradúa en Lima y es el primer médico diplomado de Chile. Allí llega a ser exitoso y apreciado. Visita salones y palacios, alterna con autoridades civiles y religiosas, recibe halagos por su cultura y se casa con una hermosa mujer, ahijada del gobernador. Un hombre común no habría alterado esta situación. Pero en el espíritu de Francisco arde un tizón inextinguible, una rebelión que asciende desde los abismos. Contra la lógica de la conveniencia, opta por quitarse la máscara y defender sus convicciones de manera frontal. Hasta entonces ha sido un judío aparentemente convertido al cristianismo: lo que el populacho llama “un marrano”.
A partir de un histórico auto de fe cometido en Lima, Aguinis despliega un conmovedor himno a la libertad y una de las denuncias más rotundas contra la discriminación étnica e ideológica, recreando, en una impresionante pintura de la sociedad colonial de América.
Tenemos a nuestro alcance las 15 publicaciones más leídas durante el pasado año 2020. Solamente os pedimos que votéis las que más os han gustado.
*ATENCIÓN:La forma de votar la vamos a hacer de la siguiente manera: Deberemos entrar en la publicación y la publicación con más visitas será la ganadora. El 8 de Febrero elegiremos las 10 más vistas.
Era un pueblo muy pequeño. Apenas 100 habitantes. No había persona que no se conociese, que supiese su apodo, su vida cotidiana, sus hazañas, sus aventuras. Todos, absolutamente todos, se conocían tan perfectamente que eran como una gran familia.
Este año 2020, fue crítico en el pueblo, por culpa del coronavirus. Roberto, un vecino que se acercó a la ciudad, poco antes del confinamiento, contrajo el virus. Sin saber que estaba contagiado, Don Aurelio, su abuelo y su único familiar vivo, cercano a los 100 años, pagó caro el contagio por parte de su nieto.
Don Aurelio, vivía con su pareja, Doña Leonor, en una residencia en pleno centro de la ciudad, pero muy cercana al pueblo. Ingresó por su propio pie y, según las reglas de la residencia, éstos tenían total permiso para salir a diario de la misma. Visitaban mucho el casco antiguo de la ciudad y, solamente visitaban la residencia, para el desayuno, comida, merienda, cena y, cómo no, para dormir. Aunque, si avisaban con tiempo, podían saltarse alguna de estas comidas. Procuraban estar, fuera de la residencia lo máximo posible, ahora que aún se valían por ellos mismos, por recomendación expresa de su nieto.
Roberto, trabajaba en una empresa de representación de calzado, lo que le hacía viajar mucho a diario y, a veces, incluso, estar fuera de la provincia toda la semana. Piensa y cree que, en unos de esos largos viajes fuera de la provincia, fue donde contrajo el virus. Al ser soltero no tenía problema ninguno en ese tema de estar fuera del hogar toda la semana.
Don Aurelio, ingresó en el Hospital de miércoles y, de viernes, estaba completamente recuperado. Al parecer, al levantarse al baño, le dio un ictus, y eso fue lo que le hizo encamar de nuevo. De sábado avisaron que no pasaría de esa noche, pero la pasó. El Domingo fue crítico. Su nieto Roberto, llamó al Hospital poro antes de su fallecimiento. Al parecer, pasó una noche muy mala y estado era demasiado grave. Le empezó a fallar el corazón y el virus le atacó con fuerza con una férrea neumonía. Maquinaria de casi 100 años era insuficiente para acabar y destronar al virus.
Doña Leonor, su pareja, ya no estaba para estar sola en la habitación. Él era quien cuidaba siempre de ella. La trasladaron a otra habitación con otra señora que, unas semanas después, acabó cogiendo el virus. Doña Leonor, volvió a verse sola y su cabeza no aguantó más la presión. Una vez más la volvieron a encerrar en otra habitacón con otra señora y también contrajo el virus. Por más pruebas que le hacían a Doña Leonor, ésta, no daba positivo en los test.
La ultima vez que Roberto pasó por la residencia para recoger todas las cosas de su abuelo, cuando el tiempo pasó lo suficiente para estar más tranquilo, preguntó por ella, ya que no le dejaban verla. Doña Leonor, no supo nunca que Don Aurelio había fallecido. A ella se le había ido la cabeza y le dio por pensar que su pareja se había con otra y la había abandonado en la residencia. Roberto se interesó por su estado de salud y la enfermera le dijo que estaba estupéndamente, pero que venía de cambiarle el pañal. Se le había ido la cabeza por completo. Ni por asomo ya era la misma. Una verdadera lástima.
Doña Leonor, con 98 años y casi un siglo por delante, falleció no hace muchos meses. Supongo que vuelven a verse allá donde estén y pasear por las céntricas calles de la ciudad, cogidos de la mano. Él, siempre tan galante y, ella, siempre tan joyeada y luciendo sus mejores vestidos.
Quizá Don Aurelio no era su verdadero nombre, tampoco el de Doña Leonor, ni el de Roberto. Las historias nunca son como las cuentan, tampoco como las pintan. A veces, es complicado olvidarse de los seres queridos. Tratas de recordar historias con otros nombres, pero viene a ser todo lo mismo. La muerte no se va de nuestras cabezas hasta que no conseguimos olvidar al que se va.
*ATENCIÓN:La forma de votar la vamos a hacer de la siguiente manera: Deberemos entrar en la publicación y la publicación con más visitas será la ganadora. El 21 de Enero elegiremos las 15 más vistas.
Recuérdame como si fuera esta la primera vez. Como cuando el mar naufragó aquel atardecer. Por todos esos besos que no nos dejamos de dar. Casi un siglo de vida y, por delante, la eternidad.
Recuérdame por lo que nos vino y aún ha de llegar. Por todos los momentos que nos hicieron disfrutar. También por desgracias, penurias y alguna cosa más. No te preocupes que pronto el tiempo ya nos unirá.
Recuérdame…
Burlas natural al miedo ahuyentándolo de tu vida. Sollozas si ves que llueve. Te duermes en mis brazos.
Nadie dijo que fuera fácil solo había que intentarlo. Ser presa de este silencio. Leña y fuego, me consumen.
No nací entre algodones. Ni tuve una vida sencilla. Tenía casi todo de mi parte. Mal de todos, las guerrillas..
Lloro a horas vespertinas. Me alimentas del silencio. Si mi boca es quien habla y mis ojos no te lo niegan.
Mi amor es para siempre. Mi llanto solo es cordura. Vi cómo cortaron mis alas y enterraban madrugadas.
A la memoria de Carmen Maeso Cifuentes. La última vez que nos vimos me cerró la puerta porque creía que le iba a vender algo. Me pidió perdón por no reconocerme. Me dijo que llevaba unos 35 años sin verme y que, ya tenía barba, por eso no me conoció. D.E.P.
Los finales siempre piden cuentas. Lo que tan rápido sube como la espuma, rápidamente se acaba precipitando al vacío. Quizá me quede el tiempo suficiente para poder explicaros el principio que nos llevará a un final inesperado. Éramos un grupo de rock y llegamos a tocar el cielo con las manos y, de repente, en un pestañear, caimos. Caimos en un profundo pozo donde el vacío nos acababa consumiendo, si no lográbamos salir. Abrazábamos con fuerza un viejo silencio que nos ahogaba y nos hundía, poco a poco, en la miseria. Nos presionaba el pecho y nos anulaba nuestras posibilidades de poder seguir existiendo. Éramos muy conscientes de haber tocado techo y de haber caido tan bajo, hasta tocar fondo y no levantar cabeza. Incluso, algunos como yo, cogíamos impulso y saltábamos, una y otra vez, para saltar y alcanzar lo que nos era negado. No había manera de salir de allí. Vivimos en el Olimpo durante casi 15 años. Nos rodeaba una omnipresente verdad, mientras éramos conscientes de vivir una grandísima mentira, pero a muchos les daba igual. La fama es una droga muy dura. Lo malo es caerse del pedestal. Perdimos mucho durante aquellos años, más de lo que pensábamos y menos de lo que nos dábamos cuenta. Fuímos como títeres, viejas marionetas, manejadas a placer por alguien que controlaba los hilos. Hoy apenas nos dejan que levantemos cabeza. Desperdiciamos mucho más que nuestras propias vidas en aquel extraño juego. Desperdiciamos algo más que nuestra suerte en aquel inédito sueño. Muchos seguimos sin saber qué pasó realmente.
Nos evadimos de nuestras vidas para poder vivir otras más dulces, más dinámicas, más electrizantes… Unas vidas más acordes a nuestros sueños. Hoy apenas tienen respeto a todo lo que fuimos. Somos pioneros de temas tan escabrosos y difíciles de comprender porque aún sigue mandando la sociedad de consumo. Trabajamos para alguien que no sabemos quién es, pero nos arrebatan ese sueño por el que algunos peleamos como leones. Somos conscientes de que a casi todos, en algún momento de sus vidas, la suerte o el éxito, les acaba por sonreir. Luchamos y mantenemos viva la llama que nos encumbre a lo más alto. Quizá lo más complicado es el inestable pedestal donde suelen colocarnos. Siempre habrá alguien por encima de nosotros en un pedestal más inestable y muchos más por encima. El caso es que, cuando el de más arriba se caiga, evadir el tropezar con él y seguir manteniendo el equilibrio, es cuestión de prioridad. Los años no pasan en balde. Puede ser todo tan inútil si no conseguimos lo que queremos… Afortunadamente yo he cambiado de gremio y de faceta. La risa contagiosa de los niños me llena por dentro de una especie de magia que no logro describir. Parece mentira que por habernos tratado como marionetas, hoy ése sea mi trabajo. La sonrisa, la alegría de los niños es todo para mi. Me debo en cuerpo y alma a mi público. No puedo faltar a mi trabajo, mi cuerpo me lo impide. Parece mentira que hace unas horas, enterraba a mis padres y, en 10 escasos minutos, empiece mi función. Nos vemos en el teatro…
Tejemos sueños que no han visto nunca nadie más. Nuestras miradas a muchos les suelen inquietar. Creo que hay algo más, aún se puede hacer más.
Estrella despistada por nosotros no dejes de brillar. Ni el nombre de las olas dejará de recordar el mar. Queremos hacer más, por quien si nos sepa valorar…
Sé que tú y yo, somos tan inmensos… ¿Por qué tanto cuento si compartimos el mismo viento? Ese mismo viento que siempre soplará a nuestro favor.
Maletas llenas de recuerdos, nostalgia y pundonor. Con tan poco equipaje sigue el paso que detrás iré yo.
Tejemos sueños que no han visto nunca nadie más. Somos ventanas abiertas que no han logrado cerrar. No nos podrán parar. Valemos mucho, mucho más.
Si encuentras el camino no se te olvide regresar. Crecemos fuertes como larga crece la oscuridad. Habrá que reinventar mil maneras de llegar…
Sé que tú y yo, somos tan inmensos… ¿Por qué tanto cuento si compartimos el mismo viento? Ese mismo viento que siempre soplará a nuestro favor.
Maletas llenas de recuerdos, nostalgia y pundonor. Habrá que reinventarse, hay mil maneras de llegar…
Siempre, siempre, tú y yo. Si nos guía el mismo viento. Ese mismo viento que siempre sopla a nuestro favor. Maletas llenas de recuerdos, nostalgia y olor a alcanfor. Habrá que reinventarse, aún hay mil maneras de llegar…
Crecemos fuertes como larga crece la oscuridad. Habrá que reinventarse, hay mil maneras de llegar… de llegar a encontrar el camino a la eternidad.
*Son poc@s pero son muy grandes. Mucho se podría decir de ell@s, pero nos faltarían las alabanzas, las buenas palabras, etc. Mucha gente les critica, muchos les juzgan, etc. A muchas de estas personas que, se meten sin razón en la vida de los demás, les deberían mantener la boca cerrada.
Nunca juzgues sin que te den una razón para demostrar lo que vales.
Corría el año 1937 y un soldado de una compañía paracaidista batalla a las afueras de un pueblo tomado por el Ejército Popular Republicano formado hace apenas medio año atrás por el Gobierno legítimo de la República. Durante un ataque de una sección Falangista, se encuentra siendo el propio asesino de un antiguo compañero de la infancia llamado José. Tras el tiroteo, huye herido hacia un lugar seguro cuando uno de los pocos oficiales que quedan de la sección lo abate quedando una carta escrita a su madre, en el olvido de los parajes de una rural España.
Pero ¿Qué tiene de verdad esta carta? Mucha. Durante una investigación de un periodista extranjero, llamado Andrew Blanchtt, dio con la carta. Carta que podemos leer:
Querida madre, no sé cómo empezar esta carta pero te escribo con mi rostro bañado en lágrimas, caen por la soledad, tristeza, dolor y sufrimiento que vivo día tras día aquí. Lo primero que tengo que decirte es: “TE QUIERO” y, aunque no lo demuestre con frecuencia, te quiero con locura. Para mi eres la persona más importante, siempre has estado ahí apoyándome y protegiéndome, haces que las cosas malas parezcan buenas, tus consejos están llenos de sabiduría y siempre me has llevado por el buen camino. Ahora ya soy mayor de edad, tengo dieciocho años, puedo afrontar yo solo las cosas… pero, la verdad es que no puedo, madre… Perdóname, os echo mucho de menos, ¡no quiero estar aquí! Sé que desde casa junto a padre y mis hermanos os sentís orgullos de mi, podéis presumir de tener un hijo en el frente. Lo siento por ser un cobarde madre, pero tengo miedo, más del que puedo aguantar. No entiendo esta guerra, no sé cuál es el bando bueno, no sé por qué lucho, no entiendo nada de lo que pasa, solo acato órdenes. El incesante sonido de los fusiles se mezclan con los gritos y llantos de la gente torturando mis oídos día y noche, vivo con una melodía continua de ametralladoras y lluvias constantes de bombarderos. Ya ni hablo, ni pienso porque otros lo hacen por mi, solo me hace falta una frase para salir del paso aquí, “¡A LA ORDEN!”. Dicen que el amor es suficiente para seguir adelante, que hay que luchar por nuestras familias, demostrar lo que valemos, pero ya no tengo el valor para estar en la batalla, las piernas me tiemblan sin parar, no duermo, me cuesta respirar, lloro a escondidas porque no puedo demostrar lo que siento delante de mis compañeros, sé fuerte y lucha me repito constantemente, pero las palabras se pierden en mi mente como las vida la gente que está a mi alrededor, soy la marioneta de un tirano titiritero. Anoche nos lanzaron en paracaídas a una zona nueva de batalla, dicen que somos la mejor compañía jamás vista, “la fuerza de los ochos”, nos llaman.
La octava compañía paracaidista, siempre al frente luchando por su patria, por los ideales de un estado, viviendo el conflicto con lealtad y valor. Somos soldados valerosos, abrimos brechas en las filas enemigas, causamos bajas en ellos como si fueran animales y no tenemos remordimientos, pero todo es mentira, pura mentira, solo fachada, una apariencia; los rostros de la gente demuestran lo contrario, sus caras se han tronado sombrías y pálidas, muestran el temor, horror y desamparo que se vive aquí, pero como nos repiten una y otra vez, “¡soldados: o ellos o ustedes!” Madre, para lo que realmente te escribo es para contarte lo que me ocurrió anoche. Me encontraba en el campo de batalla resguardándome del fuego cruzado y la metralla. Como siempre acataba órdenes, teníamos que superar una cota para llegar hasta un punto estratégico que nos serviría de base, para ello era necesario abatir al contrario con toda nuestra fuerza, no escatimamos en munición, ni violencia… Madre, anoche en las trincheras, vi al enemigo correr hacia mi, le apunté con mi fusil y, sin darle tiempo a reaccionar, le disparé; algo raro pasó en ese momento, ya había matado a más gente antes pero, en aquel chico había algo distinto, una luz iluminó su rostro, la cara del enemigo al que asesinaba… Madre, era mi amigo José, mi compañero de la escuela, nuestro vecino, el hijo de Francisca, mi mejor amigo, con quien tanto yo jugué a soldados y a trincheras. Madre, ahora el juego es verdad, no hay risas, solo oscuridad y llantos, no volveremos a jugar jamás, ¡lo están enterrando! Lo siento muchísimo, te pido perdón madre pero, ya no aguanto más aquí, me quiero morir, estoy harto de esta guerra, ¿¡no se dan cuenta que no va a ganar nadie, joder!? Tal vez te vuelva a escribir, pero la próxima vez que lo haga será desde el cielo, donde encontraré a José y jugaremos de nuevo. Madre, ten por seguro que, si mi sangre fuera tinta y mi corazón tintero, con la sangre de mi venas, te escribiría un “TE QUIERO”. Hasta siempre.
Decía Pablo Neruda sobre él que: “Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz!”.
Miguel Hernández nació en Orihuela hace 110 años, en 1910, y murió hace poco más de 78 años, en 1942. Contaba con 31 años y era un extraordinario poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. Por muchos considerados como integrante de la Generación del 36, fue consagrado un icono de la generación anterior, la Generación del 27. Dedicado al pastoreo desde bien pequeño, leía con avidez y escribía sus primeros poemas, mientras cuidaba del rebaño.
No llegó a cumplir los 32 años. Miguel Hernández murió joven y a consecuencia de una tuberculosis en el penal de Alicante. Su lucha por la defensa de la República le llevó a la muerte hace 78 años.
“Cantando espero a la muerte, que hay ruiseñores que cantan encima de los fusiles y en medio de las batallas” (Vientos del pueblo me llevan)
Pero fue un 30 de octubre,hace 110 años, cuando nació el poeta. Lector empedernido desde niño, cuentan que su padre le pegaba cada vez que le veía leer por la noche.
Trabajando en el campo, en su Orihuela natal, comenzó a escribir. Su infancia en Alicante y sus raíces impregnarían luego gran parte de su obra. “Miguel era tan campesino que llevaba un aura de tierra en torno a él”, afirmaba su gran amigo Pablo Neruda.
“Pintada, no vacía: pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y desgracias”. (Canción última)
En plena Guerra Civil fue encarcelado y condenado a muerte. Una pena que gracias a sus amigos y a sus admiradores dentro del bando nacional fue conmutada por 30 años de cárcel. Un período en el que sufrió por su mujer, perdió a uno de sus hijos y enfermó.
“Cuerpos que nacen vencidos, vencidos y grises mueren: vienen con la edad de un siglo, y son viejos cuando vienen” (Llamo a la juventud)
Al paso de los años, sus amigos le pidieron que se arrepintiese, que renegase de su defensa por la República. Pero nunca aceptó lo que para él era una humillación y prefirió seguir fiel a sus ideas hasta el final de sus días.
“Que mi voz suba a los montes y baje a la tierra y truene, eso pide mi garganta desde ahora y desde siempre” (Sentado sobre los muertos)
We use cookies on our website to give you the most relevant experience by remembering your preferences and repeat visits. By clicking “Accept”, you consent to the use of ALL the cookies.
This website uses cookies to improve your experience while you navigate through the website. Out of these cookies, the cookies that are categorized as necessary are stored on your browser as they are essential for the working of basic functionalities of the website. We also use third-party cookies that help us analyze and understand how you use this website. These cookies will be stored in your browser only with your consent. You also have the option to opt-out of these cookies. But opting out of some of these cookies may have an effect on your browsing experience.
Necessary cookies are absolutely essential for the website to function properly. This category only includes cookies that ensures basic functionalities and security features of the website. These cookies do not store any personal information.
Any cookies that may not be particularly necessary for the website to function and is used specifically to collect user personal data via analytics, ads, other embedded contents are termed as non-necessary cookies. It is mandatory to procure user consent prior to running these cookies on your website.