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RECOMIÉNDAME UN ENSAYO: LAS TENDENCIAS DEL SIGLO XX: LAS GUERRAS Y LAS VANGUARDIAS (394)

La primera mitad del siglo XX se caracteriza por los cambios vertiginosos, el surgimiento de los totalitarismos, dos guerras que devastan Europa, el lanzamiento de la bomba atómica y el protagonismo indiscutido de los Estados Uni­dos. Las formas de pensar se transforman de modo notable, debido a los aconte­cimientos históricos y políticos, pero también gracias al nacimiento del psicoaná­lisis y las nuevas tendencias de la filosofía.

En este contexto, nacen las vanguardias artísticas, que proponen una pintura diferente, mediante un uso novedoso del color o el trabajo con materiales originales. La literatura no permanece ajena a la agitación del mundo. Los nuevos per­sonajes que en ella surgen son tantos y tan diversos como la multiplicidad de los tiempos que corren.

Tres palabras podrían caracterizar al siglo XX: cambio, contraste y velo­cidad. Ningún siglo de la historia registra mayores transformaciones. El mo­do de vida humano se ha revolucionado vertiginosa y contradictoriamente.

Para comprobarlo, basta con repasar algunos de los acontecimientos tec­nológicos, científicos, históricos y políticos más importantes de los prime­ros cincuenta años. En el campo de las ciencias, el físico y matemático Albert Einstein revolucionó el panorama de la Física con su Teoría de la relatividad, publicada en 1914 y confirmada en 1919. Asimismo, en este último año, el físico y químico inglés Ernest Rutherford lo­gró aislar, por primera vez, el átomo.

En cuanto a los avances de la tecnología, cabe citar que, en 1908, se vendió el primer automóvil moderno, el Ford T. Los adelantos en esta área habían llegado hasta tal punto que, en 1912, se terminó de fabricar el transatlántico más grande del mundo: el Titanic. Calificado de «indestructible», el buque in­glés, sin embargo, se hundió en su viaje inaugural y, así, termi­nó con la ciega creencia de los hombres modernos en la invulnerabilidad de sus obras. El hundimiento del Titanic, hecho en el que murieron 1516 personas, conmocionó al mundo.

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Historia y política:

No menos que el suceso del Titanic afectaron a la humanidad ciertos acontecimientos históricos y políticos en esta primera mitad del siglo XX. En1917, la Revolución rusa instauró el ré­gimen comunista en los países soviéticos y acabó con la dinastía de los za­res. Los bolcheviques (facción mayoritaria del partido obrero social demócrata ruso) tomaron el poder e instalaron una «dictadura del proletariado». Entre­tanto, se estaba llevando a cabo la Primera Guerra Mundial, que terminó en 1918. Pero no fue la única: una Segunda Guerra se abatió sobre la humanidad entre 1939 y 1945. Esta terminó con el peor acontecimiento de la historia béli­ca: el lanzamiento, por parte de los Estados Unidos, de las bombas atómicas que destruyeron las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

En medio de ambas guerras, sin embargo, se vivieron algunos momentos de relativa tranquilidad y bienestar. En efecto, la década de 1920 fue un período de paz y reconstrucción económica para algunos países,espe­cialmente, para los Estados Unidos. En cambio, Alemania, por su parte, su­fría una profunda crisis, producto de la Primera Guerra Mundial. En este país, las dificultades políticas y económicas favorecieron el ascenso de Adolf Hitler, líder de un nuevo partido: el nacionalsocialismo.

En cuanto a la bonanza que, entretanto, se vivía en el resto del mundo, pronto terminó. Para comprar sus bienes, gran parte de la población contra­jo deudas con los bancos. La producción superaba a la demanda real y, en­tonces, muchas empresas alentaron las inversiones en la Bolsa de Valores. Pero la burbuja especulativa se rompió el 24 de octubre de 1929, cuando la Bolsa cayó violentamente,los accionistas perdieron todo su dinero y el desempleo afectó a una considerable mayoría. Así, el país y el mundo en­traron en la llamada Gran Depresión.

Artistas cuestionadores:

Acompañando el vértigo de estas transformaciones, la tarea fundamental de los artistas y de los intelec­tuales de la primera mitad del siglo fue revisar y cuestionar todo:la razón, la moral, la verdad filosófica, el lenguaje, la universalidad, la idea de progreso, los cri­terios de representación artística, las prácticas sociales, los avances científicos y tecnológicos. A continuación, se presentan algunos ejemplos de la nueva mirada del siglo XX sobre estos temas.

Inconsciente y confusión:
  • Las teorías de Sigmund Freud, médico austríaco creador del psicoanálisis, describen la estructura de la mente.Freud habla del inconsciente que se manifiesta, sobre todo, en los lapsus linguae -confusiones involuntarias de palabras que dejan al descubierto intenciones ocultas del hablante- y en los sueños.
    Los descubrimientos de Freud señalaron la falta de dominio consciente so­bre muchos de los actos humanos y produjeron una crisis en el concepto de «control racional». Otros hallazgos, como el de la existencia de una sexuali­dad infantil y la importancia de la sexualidad en la configuración de la psiquis humana, sacudieron los basamentos de la moral tradicional.
  • El filósofo vienes Ludwig Wittgenstein descreyó de la posibilidad de una búsqueda de la verdad y planteó severos los límites para la fi­losofía y para el lenguaje.Sugirió que un problema filosófico es una con­fusión, no un teorema ni una hipótesis por comprobar. Así, aseveró que la complejidad de la filosofía reside en la mente humana y que el resultado de un pensamiento filosófico adecuado no es el hallazgo de una verdad, sino la disolución de la confusión. Para este filósofo, intentar expresar el carácter inefable de ciertas cosas es jugar con el lenguaje. «De lo que no se puede ha­blar -dice Wittgenstein para cerrar su tratado filosófico- mejor es callarse».
Insuficiencia e incertidumbre:

La preocupación por la insuficiencia del lenguajeha sido central en muchos de los pensadores del siglo. Ya el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, que murió en el primer año del siglo, lo acusaba de engañoso e insufi­ciente: enmascara otros sentidos detrás del manifiesto y, además, existen otras formas de producir sentido que no son lenguaje (imágenes, sonidos, etcétera), pero que pueden funcionar «como lenguaje».

La misma incertidumbre aparece en la ciencia. Las teorías revolucio­narias del siglo (atómica, cuántica y de la relatividad), que revisan crítica­mente los conocimientos anteriores, se establecen antes de 1916. En 1927, el físico alemán Werner Heisenberg formula el principio de incertidum­bre, que sostiene que en las mediciones simultáneas de la posición de una partícula, siempre existe variabilidad.

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El espíritu moderno de los primeros años del siglo se caracteriza por su afán crítico y sus deseos de innovar. En las páginas que siguen, se analiza­rán algunas de las expresiones estéticas de este contexto histórico y cultural.

La literatura europea entre 1900 y 1950:

La desconfianza que, desde el campo científico y filosófico, expresaban pensadores como Freud o Nietzsche respecto de la palabra, y la convic­ción acerca de la necesidad de descubrir otros tipos de lenguaje, reapare­cen en las vanguardias artísticas. El término «vanguardia» deriva del francés avant-garde y, a pesar de su claro origen militar, ha sido utilizado para referirse a agrupaciones artísticas y literarias en los primeros años del siglo XX. La asociación con las vanguardias militares procede de la actitud básica y característica de estos grupos: la exploración; el intento de descubrir nuevas sendas y la conciencia de ser una minoría situada delante del resto y dis­puesta a servir de guía.

Innovación y revolución son también palabras clave para en­tender las vanguardias.En ese sentido, debe tenerse en cuenta que L’ávant-garde fue el nombre que le dio a su diario el principal anar­quista del siglo XIX: el ruso Mijail Bakunin. Ese periódico estaba de­dicado a la agitación política. Con el tiempo, el término fue aleján­dose de la política y fue acercándose al campo del arte. Los primeros vanguardistas con conciencia de tales fueron los poetas franceses simbolistas del siglo xix, como Paul Verlaine (1844-1896), Arthur Rimbaud (1854-1891) o Stéphane Mallarmé (1842-1898).

El principio del siglo XX, con su movilidad, sus cuestionamientos y sus deseos de innovación, constituyó un terreno propicio para el desarrollo de las vanguardias estéticas. Ya en las últimas dos décadas del siglo XIX, se hablaba de la Modernidad para designar una actitud de cambio frente al pasado. Las vanguardias «modernas» son la versión artística del increíble desarrollo tecnológico y científico que transformó al planeta. La experimentación en literatura, música, artes visuales y arquitectura modificó la representación de la rea­lidad en el plano del arte. La fugacidad de las vanguardias estéticas fue una expresión más del vértigo de los tiempos modernos en su búsqueda de lo nuevo y lo original.Entre las vanguardias más impor­tantes de la primera mitad del siglo XX, se encuentran el Dadaísmo, el Surrealismo y el Cubismo.

El Dadaísmo:

El Dadaísmofue un movimiento plástico y literario que surgió como protesta nihilista (es decir, negadora de toda creencia) después de la Prime­ra Guerra Mundial, la primera de las contiendas en la cual se utilizó tecnolo­gía moderna -ametralladoras, gas venenoso, tanques y aviones- para asesi­natos en masa. Ante la incoherencia e irracionalidad moderna de la guerra tecnificada, producto de la razón, la palabra clave para los dadaístas fue «nada». El arte dadaísta buscó la expresión automática, la que surge más allá de lo racional. Por lo tanto, favoreció el azar en el acto de crear, descartó las reglas tradicionales y trabajó con objetos o con palabras reunidos de ma­nera casual en una especie de colage. Los dos exponentes más valiosos de la desconcertante poesía dadaísta son Ezra Pound (1885-1972) y T. S. Eliot 3-1965), ambos norteamericanos radicados en Europa.

El Surrealismo y el Cubismo:

El Surrealismo se originó en Francia, en la tercera década del siglo. Constituyó, en realidad, un desprendimiento del Dadaísmo y, como este, experimentó con las posibilidades creativas de la escritura automática. Influido por las teorías de Freud, se interesó por el sueño, las alucinaciones, los es­tados preconscientesen busca de nuevas formas de conoci­miento y de expresión. El primer manifiesto, declaración pú­blica de los principios y de las creencias de la agrupación, apa­reció en 1924 y fue escrito por el poeta francés André Bretón (1896-1966). En él, recomendaba al artista liberar su mente de la lógica y de la razón. Los escritores surrealistas más famosos son de origen francés, pero la in­fluencia del movimiento ha sido muy fuerte durante todo el siglo y en todo el mundo.

El Cubismo, por su parte, fue un movimiento impulsado por el pintor español Pablo Picasso, quien expuso múltiples puntos de vista simultáneamente en un cuadro y permitió que el espa­cio penetrara en la figura, a la que simplificó a partir de líneas y de planos geométricos.

La reproducción de la realidad «como vista en un espejo» quedó definitivamente desti­nada a la fotografía.Este nuevo tipo de representación ma­nifestó la incertidumbre de la percepcióny el hecho de que objeto y sujeto interactúen. Los descubrimientos de la plásti­ca fueron puestos en práctica en literatura por los escritores norteamericanos

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radicados en París. Gertrude Stein (1874-1946), la escritora que reunía en su casa de París a los princi­pales artistas de la época, inició una nueva experimentación con la escritura «a la manera cubista»,que fue un ejemplo de búsqueda y de exploración del genio moderno. En ella, el estilo es sencillo, directo, seco y riguroso. Cada palabra tiene existencia propia. Las palabras van creando, a su vez, la sensación de un presente continuo, sin propósitos, causas, ex­plicaciones, pasado ni futuro. El sujeto que lee está obligado a interactuar con el texto que funciona como una película frente a él.

Un género del siglo XX:

Así como las vanguardias compartieron preocupaciones con la filosofía, la psicología y la lingüística, los avances científicos también tuvieron su reflejo en el arte. La ficción científica es un género que designa al siglo xx. Se trata de un tipo de narración en el que, a partir del caudal de conocimientos científicos accesibles, el autor realiza una especulación fantástica que desa­rrolla proyecciones posibles de estos conocimientos. La ficción científica constituye, entonces, un elemento mediador entre la cultura científica y la humanística.Ya sea que el escritor imagine sociedades ideales del futuro (utopías), o plantee sociedades futuras destructivas o asfixiantes (distopías), hable de viajes por el tiempo y el espacio, de guerras interplanetarias o de se­res extraterrestres, de mutantes, de robots buenos o malos, siempre se esta­blece en el lector la conciencia del presente, de lo contemporáneo.

La ficción científica:

La expresión ficción científica es una traducción del inglés, science-fiction,difundida en los Estados Unidos a partir de 1926 por Hugo Gerns-back, editor de Amazine, storics (Historias sorprendentes), una revista consa­grada a la publicación de este tipo de relatos. Otra posible traducción del inglés la constituye la construcción «ciencia ficción», en la que el énfasis está erróneamente puesto en el aspecto científico.

Una visión crítica de la ciencia:

Las historias de este género eran publicadas en ediciones baratas, las que tuvieron mucho éxito en las primeras décadas del siglo, pero no se las consideraba literatura seria, sino literatura menor, de carácter sensacionalista. Si bien hubo gran cantidad de autores menores del género, otros, sin embargo, se destacaron por la calidad de sus relatos. Además, es un error considerar este género como «literatura de evasión», ya que, inevita­blemente, la ficción científica propone una visión crítica de la ciencia y del hombre.

Algunos de sus exponentes más famosos son: Howard Philip Lovecraft (1890-1937), autor norteamericano que estableció una relación del género con la literatura fantástica y de terror; el inglés Arthur Clarke (n. 1917), presidente de la Asociación Interplanetaria del Reino Unido y autor de 2001: odisea en el espacio; Isaac Asimov (1920-1992), escritor de origen ru­so radicado en los Estados Unidos; Philip Dick (1928-1982), norteamerica­no; y el famosísimo Ray Bradbury (n.1920).

FUENTE:

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DANIEL OMAR GRANDA

Daniel Omar Granda

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