Se están marchando los viejinos.
La generación del lavadero y la cal, la del campo, la de la mar, la del pedazo de tocín y el cachu de pan. La que lo dio todo a cambio de nada, la de la guerra y la postguerra, la de la sangre, la de las lágrimas, la del sudor y la tierra.
La del valor, la de los auténticos ideales y la precursora de los valores actuales, la que forjó a base de sacrificio nuestro estado del bienestar, la de las manos arrugadas.
Se está marchando la generación, a la que lo único que se le olvidó, fue disfrutar.
Los responsables lo vais a pagar.
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