Alguna vez os habréis preguntado: ¿y si…? ¿Qué pasaría si no abandonase ahora, si continuase con mi sueño? Muchos son los que abandonan sus sueños a primera de cambio, cuando sus fuerzas se les resisten y creen que la mejor forma es abandonarlo todo y continuar por otro camino. El fracaso, una palabra que es veneno para un soñador. Una retirada a tiempo parece ser el camino más rápido, pero, el camino más corto, no siempre es el mejor. Hace meses me encontré con alguien que me hizo cambiar para mejor, me devolvió la sonrisa y, tan rápido me la dio como me la quitó, pero marcó huella en mi vida. Lo asemejo a una mezcla con la típica película americana, donde sería uno de los protagonistas y mi labor, hablando en plan fictício, sería la de invitar a una chica al baile de fin de curso. Fueron muchos intentos y todos en vano, hasta que decidí continuar con mi sueño y hacer la pregunta clave en cuestión. Su respuesta fue “SI”. Nunca me imaginé esa contestación, pero no tenía mucho que perder, la verdad. El “NO” lo tenía asegurado, claro está. Todo empezó como empiezan las historias de amor. Nos veíamos a diario y si no lo conseguíamos, hablábamos por teléfono. Era todo tan perfecto… Los días pasaban y la relación se afianzaba cada día un poco más. Su familia me trataba a cuerpo de Rey, cosa que llevaba tiempo sin pasarme. Viajábamos mucho y nos reíamos constantemente. Sus caricias y abrazos, me llenaban de vida. Sus besos me hacían tener más cerca el cielo, un lugar ansiado por los soñadores, pero mantenía mis pies en el suelo, aunque solamente por estar cerca de ella y no alejarme demasiado. Comentarios amargos en el trabajo, me desesperaban, pero me alentaban a seguir en la cresta de la ola. Eran muchos, pero yo estaba sólo contra viento y marea. Lo que algún Dios había unido y no lo separarían tan fácilmente. Nos conocíamos más y más… y empezaron los problemas. Las dudas atormentaban y ofendía hasta el más puro silencio. El cielo se me alejaba de mis manos y, el suelo, me quedaba, cada vez, algo más alejado a cada paso que daba. Llegó un lunes, de esos tan traicioneros como mis viejos amigos… y todo se acabó. Traté de pensar en lo sucedido y, después de muchas deliberaciones, todo se fue por cauce seco. Conclusiones que no llevan a ningún punto, pero que escatiman en pensamientos libres, con principio pero sin un final ajustado a la medida de la ocasión. Quizás fue mi torpeza, mi falta de entendimiento, mi carácter inusual, mi falta de tacto… pero, no todas las conclusiones pecan de falta de autoestima. Quizás el destino, tenía un as guardado en su manga y acabó con todo, por puro deseo, por falta de realidad. Tal vez, a estas alturas, esa circunstancia, me lleve a pensar en cosas que no tienen respuesta, en paralelismos análogos a mi plena conciencia. Deseos subjetivos que alcanzan un período de inestabilidad emocional, plena y duradera.
Hay algo más tras los cristales del corazón, algo más que me invita a seguir soñando, a mantenerme vivo en éste o el otro mundo. Aún queda vida dentro de mí y aún queda aire que respirar fuera de mi jaula de huesos. El viento me favorece y, por una vez en la vida, no soy yo el que ha hecho algo mal, por lo que mi conciencia me persigue. Lo dicho anteriormente, es el destino, el cuál ya está escrito. No tengo claro lo que soy ahora, no tengo decidido mi postura hacia ella… pero, hay algo que permanece y eso es amor. ¿Amor hacia ella?, aún no lo sé, pero sí, un deseo que me lleva a continuar ese sueño, por mucho que me lastimen, por mucho que mi corazón sufra… Abandonar no es mi estilo, aunque sea por el mero hecho de aprovechar mis nulas oportunidades o por el sabor de sacar provecho a las escasas oportunidades que nos brinda la vida. Pero, de algo estoy seguro y es que, aún a día de hoy, rendirse sigue siendo cosa de cobardes, de personas que no muestran ni el más mínimo detalle en alcanzar algo por lo que han luchado tan duramente… Mi más sincera enhorabuena a los duros de corazón, a los soñadores empedernidos, a los luchadores nobles de alma que continúan el camino que se han marcado en la vida. Por mi parte, ya no creo en ángeles de caras bonitas, en las señales que se dejan ver en el cielo, en pasados olvidados y presentes sin futuro, en “nunca digas nuncajamás” y “de esta agua no beberé”, en palabras que muestren el miedo como lenguaje universal, en versos sin sentimiento… Hoy por hoy, ya no bailo con princesas. Cuando mi estrella veas apagarse, ya no estaré junto a ti para seguir dándote luz. Déjame ser algo más que un instante en tu vida…
Jezabel ✻ 🂽
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